sábado, 2 de octubre de 2010

La confianza da asco...



Así dice un conocido dicho, que no significa otra cosa que, muchas veces cuando damos un voto de confianza a las personas, estas, si no saben manejar el verdadero significado de esa palabra, transgreden su esencia traspasando la línea entre confianza y abuso.

Pero no es de eso de lo que realmente quiero escribir, ni de lo importante que es (para algunos) ganarse y abonar la confianza de otras personas. Quiero escribir sobre la desconfianza más bien.

Desconfiar es obviamente y entre otras cosas no estar seguros de otra persona, no creer en ella, dudar absolutamente de la veracidad de las palabras y acciones que de ella emanan.

Pero poco a poco fui entendiendo que no siempre la desconfianza que sentimos por alguien es producida por la acciones de esa persona, me explico: la desconfianza que todos conocemos es la generada en nosotros por culpa de malas acciones de otra persona (mentiras, infidelidad, engaños, traiciones, deslealtades, triquiñuelas y malas jugadas), estas acciones socavan la capacidad de poder creer en ese ser, y muchas veces cualquier intento de "volver a creer" o es muy difícil o sencillamente inútil. 

Ahora, me he dado cuenta que en gran cantidad de ocasiones, la desconfianza no es producida porque se dude de una persona en específico, sino porque se cree que esa persona actuaría o actuará como otras que ya conocimos (ahí hay un trauma de desconfianza o patrón) o peor aún porque se cree que actuará como él mismo; acá es que me quiero detener, muchísimas personas desconfían del otro, porque aseguran que esa persona hará lo que él mismo haría...que grave error. 

Para hacerlo más gráfico: si yo le miento, lo engaño, le juego sucio, seguramente él/ella me hace lo mismo. Esto es lo que yo denomino un pelón abismal!!!!! .....y una forma de no sentirse tan mal consigo mismo por las metidas de pata propias.

Y si de desconfianza hablamos, mucho peor aún es cuando un ser humano llega al punto de no poder confiar ni en sí mismo, y le da pleno poder de acción a sus debilidades y obsesiones.

En fin, el ser humano es muy complejo, la confianza es un don, tanto ofrecerla como recibirla, y hay que ver cómo vale la pena conservarla.

Trust me!

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