lunes, 4 de octubre de 2010

El difícil arte de la discreción



Definitivamente el ser discreto es un don, una cualidad que no todos poseen, y es que definitivamente con la indiscreción se nace. Hay personas que carecen del más mínimo tacto para hablar bajo cuando se debe, cerrar la boca cuando conviene y mirar para otro lado cuando es lo más indicado.

Digo esto, porque se que a muchos de ustedes les debe haber pasado algo bochornoso gracias a alguna de estas personas lengua floja y que tienen la mala costumbre de hablar durísimo. Muchas inclusive, son re-chismosas y les encanta darle a la sin-hueso a costa de los cuentos y las vidas de los otros.

Uno de los momentos más vergonzosos que se pueden vivir gracias a estas personas indiscretas es cuando debes ir a una farmacia a comprar artículos de uso "muy personal" o a adquirir algún medicamento para uno de esos males que te aquejan y que por pena no quieres hacer de conocimiento público.

Cuántas veces no has ido a un Farmatodo, Farmahorro, Farmaofertas, Ofertasfarma, Farmagangas, en fin, cualquiera de estas cadenas con la palabra "Farma" y tienes que mirar al piso por culpa de un cajero, farmaceuta o doctor imprudente.

Y no es que comprar condones, lubricantes o duchas vaginales sea un pecado, pero está comprobado que a la mayoría de las personas le da como pena meter en la cestica este tipo de artículos que claramente reflejan y gritan a los cuatro vientos: "Ajá, vas a tener sexo sinverguenchón". Típico que uno trata de comprar otras cosas para disimular el mercadito sexual, una bolsa de algún snack, una coca cola, par de chiclets, unas gomitas o un chocolate, pero de nada sirve porque el cajero indiscreto siempre hará una pregunta comprometedora como: ¿La ducha vaginaaaaal también verdad? o manipulara los condones pa' llá y pa' cá a la vista de todos.


Pero aunque no lo crean esto no es lo más preocupante, más bochornoso es si por alguna razón "x" tienes que comprar algún medicamento, pomada o unguento para algún tipo de hongo, micosis, herpes, irritación "íntima", etc. Por más que intentes hacerte el loco y que te llamen a la Dra. de guardia y le hables bajito para que nadie escuche, ella siempre, siempre, hablará muy alto, hará que todos volteen a verte con sus preguntas indiscretas y le gritará a la cajera: "Mariseeelaaaaa, dale una pomadita para un honguito genital al muchacho", paso seguido saldrás de la farmacia rojo de la verguenza y con un cartel imaginario en tu espalda que dice "Tengo un hongo".

En fin, la discreción es un arte, que se cultiva, y que lamentablemente no todos tienen la capacidad de practicar. Hay que luchar contra este mal, y aparentemente seguir pasando verguenzas por culpa de otros.

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