viernes, 24 de septiembre de 2010

Y se quemaba el metro...



Al mejor estilo de una película de Irwin Allen o sin ir muy lejos del film "Subhysteria" hoy en la tarde viví una escena digna de cualquier película de la meca del cine.

Iba yo como siempre totalmente aislado del resto del mundo gracias a mis audífonos en el Metro de Caracas, sorpresivamente el vagón tenía aire acondicionado. A la altura de la estación Parque del Este (porque no me da la gana de decirle "Miranda") comencé a percibir un olor a quemado e inmediatamente noto la cara de terror y horror de las personas a mi alrededor. En cuestión de segundos todas las personas comenzaron a correr hacia el andén, fuera del vagón, obviamente yo por puro instinto hice lo mismo pero un tanto más calmado.

Ya en el andén pude divisar que lo que llaman el "vagón líder" era una masa de puro humo negro y el olor a caucho o plástico quemado invadió toda la estación.

Lo más bizarro de mi cuento, es que mientras que todo esto sucedía en segundos, sonaba en mis oídos gracias a los audífonos Bohemian Rhapsody de Queen, así que quedó genial como soundtrack de esta escena de "acción y desastre".

Haciendo una reflexión, pero sin caer en intensidades, cada día me da más tristeza en lo que se ha convertido el Metro en esta ciudad y lo mediocre de su servicio; lamentablemente hasta que no ocurra una verdadera tragedia, no tomaremos conciencia y exigiremos "arrechos" que el Metro de Caracas debe y tiene que funcionar bien, sin retrasos, con aire acondicionado, seguridad y sin mendigos, porque es de todos los venezolanos y con nuestros impuestos cumplimos para que funcione como en cualquier país del mundo.

1 comentario:

  1. lo de Bohemian Rhapsody quedó priceless.
    Es tragicómico que cada uno, en algún punto, deba vivir algo así en el metro. Yo luego de ver subhysteria pude comprobar las deficiencias en las actuaciones pues cuando me quedé encerrada en el metro por unos varios largos y tendidos minutos la gente no habló relajadamente de su vida sexual. No, la desesperación nos invadió pero en una tensa, muy tensa, calma hasta que ya sentíamos que nadie nos explicaba por qué llevábamos 20 min entre dos estaciones, sólo escuchábamos al conductor intentando ponerse en contacto con alguien que no le respondía.
    En un punto el vagón arrancó y listo. Así, sin avisar sin explicar, es que: para qué explicarle al ganado a dónde será llevado?
    Otro mini episodio: un borracho que saca una navaja en plena cola y quiere acuchillar a los que estaban de primeros coleándose en chacaíto.
    Alguien debería hacer un libro de anécdotas o mejor, un libro de quejas.

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